Crecer para Ser

Prólogo

Perdona que te tutee, estimado lector, pero me temo que nos parecemos mucho. Quizá demasiado. Porque una vez yo también estuve ahí, justo en el lugar que tus pies ocupan ahora. Y al igual que tú, decidí consagrarme a la difícil tarea de opositar, aun a sabiendas de que esa determinación implicaba renunciar a las bondades y a los placeres de un ocio que suele ir incluido en el sueldo cuando se es joven. Y como tú, yo también me planteé cuestiones como ¿Aprobaré el teórico? ¿Será difícil el psicotécnico? ¿Son duras las pruebas físicas? ¿Suspenderé la entrevista personal si descubren que me como las uñas? Sin reparar —seguramente hasta ahora tú tampoco lo habías hecho— en que todas ellas, en realidad, encerraban una única pregunta: ¿Seré capaz?